domingo, 30 de octubre de 2022

Orígenes de la familia de Simón Bolívar

 




Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, más conocido como Simón Bolívar (1783-1830), El Libertador

Origen de la familia Bolívar


Simón Bolívar nació en el seno de una de las familias más influyentes, más importantes y más ricas de la sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII.

El origen de la Familia Bolívar se sitúa en la provincia de Vizcaya , situada al norte de España (País Vasco). Los antepasados de Bolívar por la parte del País Vasco eran fieles combatientes para la liberación de esa zona de España, y se cree que Bolívar heredó ese sentimiento guerrero y combatiente. 

Los primeros Bolívar comenzaron a llegar a Venezuela a partir de 1588 y de dedicaron a labores del campo y políticas. Ellos eran personas muy ricas pues la Corona Española les concedió una Enmienda con indígenas QUIRIQUIRES en los valles de Aragua, en la finca de San Mateo.

Simón Bolívar y de la Rementería fue el primer Bolívar que arribó a tierras americanas; llegó en 1559 procedente del país Vasco (España). En Santo Domingo ejerció el cargo de escribano público y secretario de la Cámara de la Real Audiencia. En 1589 “El viejo” como era llamado, llegó a Venezuela con su hijo Simón de Bolívar y Castro “El Mozo”, fue representante de El Tocuyo, Valencia, San Sebastián de los Reyes, Barquisimeto, Carora y Maracaibo. Durante su gestión logró el envío de barcos con mercadería desde Venezuela hasta España.

 Los Bolívar ejercieron importantes cargos durante la conquista y colonización, por lo que fueron recompensados con tierras y minas en la provincia de Caracas. 

Antonio Bolívar y Díaz de Rojas, fue el tatarabuelo del Libertador, era hijo de Simón de Bolívar “el Mozo” y nieto de Simón de Bolívar “el Viejo”. Alcanzó el rango militar de capitán de infantería y fue alcalde y corregidor de Caracas. 

Luis Bolívar Rebolledo, bisabuelo del Libertador, fue corregidor y justicia mayor de los Valles de Aragua, juez receptor de Cagua y alcalde ordinario de Caracas. Juan de Bolívar y Martínez de Villegas, fue alcalde de Caracas y gobernador de Venezuela en dos ocasiones. Además fundó el pueblo de San Luis de Cura, hoy conocido como Villa de Cura. Los Bolívar, al igual que otras familias mantuanas preservaron e incrementaron su fortuna a través de la posesión de grandes extensiones de tierras y esclavos.

Simón de Bolívar, “El Viejo”, fue originario de una noble familia de Vizcaya, habitante del pueblo de Bolívar, lugarejo situado casi en el centro de la cadena cantábrica, en un risueño valle regado por el Odárroa. El apellido Bolívar o Bolíbar (compuesto de dos radicales vascas bolu, bolua, círculo o molino, e ibar, ibara, pradera, significaba pradera del molino) fue primitivamente el de las tierras que poseían en el país los primeros señores, o, más exactamente, los primeros infanzones del lugar.

El origen de la familia Palacios se remonta a la zona de Miranda de Ebro, situada en Castilla La Vieja. Los antepasados castellanos de Bolívar de dedicaron a la carrera de las armas y ocuparon puestos importantes. A ellos también se les fueron concedidos enmiendas por la Corona y fueron prósperos terratenientes. La Familia Blanco era una familia muy destacada entre los siglos XVIII y XIX, especialmente en el Cabildo caraqueño, ellos aportaron muchos hombres al proceso independentista; el cual Bolívar heredo de ellos la vocación por las armas. Los Palacios llegaron a Venezuela a principios del siglo XVIII. Ejercieron importantes cargos en la provincia de Caracas. Entre los integrantes de esta familia se distinguieron Feliciano Palacios y Sojo, Alférez Real y Pedro Palacios y Sojo, iniciador de los estudios de música en Caracas.

Participación de la familia de Simón Bolívar dentro de la estructura económica y social de Venezuela.

La Familia Bolívar Palacios

Conformada por el matrimonio de Juan Vicente Bolívar Ponte y de Doña María de la Concepción y de sus hijos, entre ellos se encontraba El Libertador Simón Bolívar. Los antepasados de Bolívar tuvieron mucha influencia e importancia en el desarrollo político, económico y social de la vida colonial.

Esta familia tenia una de las fortunas más cuantiosas de la Provincia conformada por las minas de COCOROTE en AROA y de los hatos El Totumo y El Limón,además tenían casas en La Guaira y Caracas, numerosos esclavos y arboledas de cacao en San José y los Valles del Tuy en Yare.

Tanto el padre de Bolívar, don Juan Vicente de Bolívar y Ponte, como su madre, doña María de la Concepción Palacios y Blanco, pertenecían a las mejores familias de Caracas. El mismo nombre de Simón tenía historia en la colonia, porque Simón de Bolívar se llamó el primero delos antepasados que pasó a la América y también su hijo, por lo cual se les distinguió, según costumbre de la época, diciendo Simón de Bolívar “El Viejo” y Simón de Bolívar “El Mozo”. Ambos llegaron a Venezuela a fines del siglo XVI (1587), y Bolívar “El Viejo” volvió muy pronto a España como Procurador General de la Corte, de las ciudades de Caracas, Coro, Trujillo, Barquisimeto, Carora, El Tocuyoy Maracaibo.

Los Bolívar en relación con la política, eran muy influyentes y estaban muy metidos en ella, y poseían cargos como Alcaldes ordinarios de Caracas, regidores, corregidores, justicia mayor de los valles de Aragua. También altos rangos militares como coroneles de milicia. El abuelo paterno de Simón Bolívar, Juan de Bolívar y Martínez Villegas, fundador del pueblo de Cura (1772), erahijo del capitán Luís de Bolívar –quien siendo alcalde de la ciudad de Caracas, en la segunda mitad del siglo XVII, encargase de abonar los gastos de fortificación del puerto de la Guaira y de doña María de Villegas, oriunda de una de las familias más ricas y nobles de las cercanías de Burgos. 

El padre del Libertador: Juan Vicente Bolívar y Ponte –Andrade, nació en La Victoria, en octubre de 1726. Logró incrementar la gran fortuna que había heredado de sus padres. Ocupó diversos cargos militares y administrativos: voluntario en la defensa del puerto de La Guaira ante el ataque del almirante inglés Charles Knowles en 1743, procurador de Caracas, teniente de gobernador, corregidor y administrador de la Real Hacienda, entre otros. 

La madre del Libertador: María de la Concepción Palacios y Blanco, nació en Caracas en 1758. Procedente de una familia noble, de inclinaciones intelectuales y fina sensibilidad. Su padre era don Feliciano Palacio y Sojo y Gil de Arratia, y su madre, doña Francisca Blanco Heredia. Era sobrina de Pedro Palacios y Sojo, fundador de la Escuela de Música de Caracas, de quién heredó el gusto por la música. Se encargó de administrar y consolidar la cuantiosa fortuna familiar tras la muerte de su esposo en 1786. 

Hermanos y hermanas de Bolívar: 

Juan Vicente Bolívar y María de la Concepción Palacios, se casaron en 1773, tuvieron cinco hijos. Simón Bolívar fue el cuarto en nacer. Sus hermanos eran María Antonia, Juana Nepomucena, Juan Vicente y María del Carmen, la menor, quien murió horas después su nacimiento. 

La crianza de Bolívar

 En la época colonial era común que el cuidado de los niños y niñas de las familias privilegiadas fuera confiado a las esclavas que eran propiedad de esas familias. En el caso de Bolívar; esta práctica se justificaba por la muerte tanto de la madre como del padre del Libertador, cuando este era un niño. De allí que fuese determinante el papel de las esclavas Hipólita y Matea en la crianza de Simón Bolívar. 

Hipólita Bolívar: Como era común entre los esclavos, llevaba el apellido de la familia a la cual pertenecía. Juan Vicente Bolívar le solicitó que se trasladara a Caracas para ayudar en la crianza de sus hijos. Hipólita sustituyó a Inés Mancebo de Miyares, quien amamantaba a Simón debido al delicado estado de salud de su madre. A lo largo de su vida, el Libertador demostró cariño y agradecimiento hacia “La Negra” Hipólita, como solía llamarla. 

Matea Bolívar: Aya de Simón Bolívar. Apenas 10 años mayor que Simón, lo atendió y compartió sus juegos, cuentos y leyendas. 

A partir de 1821 habitó en la casa de María Antonia, la hermana mayor del Libertador. Asistió a la ceremonia a la ceremonia con motivo del traslado de los restos del Libertador al Panteón Nacional en 1876 y a los actos organizados por el primer Centenario del Nacimiento del Libertador en 1883. La Negra Matea murió en Caracas el 29 de marzo de 1886, a la edad de 110 años.

Primeros años.


Pertenecía el futuro Libertador a lo más granado de los mantuanos puros de Caracas, esto es, "a las familias cuyas mujeres tenían derecho a ir a la iglesia con el manto característico del rango más alto de la sociedad". Los Bolívar tenían capilla propia en la Catedral, la de la Santísima Trinidad, que vino a ser mausoleo de la familia. Con consentimiento del Obispo, el niño Bolívar fue bautizado en su casa natal por su tío, el Padre Jerez, con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Su ama de cría fue la esclava negra Hipólita, de la hacienda de San Mateo; al lado de Hipólita estaba también la negra Matea, aya o niñera del Libertador, apenas diez años mayor que él, para atenderle y compartir sus juegos; ella vivió largos años en San Mateo, donde presenció el ataque de José Tomás Boves a la hacienda y el sacrificio de Antonio Ricaurte en 1814, y entró del brazo del presidente Antonio Guzmán Blanco cuando los restos del Libertador fueron trasladados al Panteón Nacional de Caracas en 1876.

Pero todas las esperanzas que la buena fortuna le habían deparado a Bolívar se truncaron cuando la muerte comenzó a ensañarse con los suyos, empezando por su padre. Don Juan Vicente, que se había casado tardíamente a los 46 años con una joven de 14, falleció el 19 de enero de 1786, a los 60 años. La viuda tenía 27 años, Simón tres, su hermana María Antonia nueve, Juana siete y Juan Vicente cinco. Los dos primeros tenían el pelo oscuro y la tez pálida, los otros dos eran rubios y sonrosados.

Pero doña Concepción murió también seis años más tarde, el 6 de julio de 1792, quedando sus hijos encomendados a la tutela de su abuelo don Feliciano Palacios y Sojo, padrino de bautismo de Simón. Ese mismo año don Feliciano se apresuró a casar a las dos hermanas Bolívar, a María Antonia de quince años con Pablo Clemente Francia en octubre, y a Juana, que no había cumplido los catorce, con su tío Dionisio Palacios y Blanco en diciembre. Apenas si tuvo tiempo de atender a sus dos nietos, pues murió el 5 de diciembre del siguiente año. Sin embargo, había consultado a Simoncito a cuál de los tíos elegía como tutor, y éste había preferido a Esteban, su padrino de confirmación. Pero Esteban se encontraba en Madrid, así que la tutoría recayó en su tío Carlos, egoísta y severo, con quien las relaciones no fueron nunca fáciles: atendía ante todo al manejo y provecho de la fortuna de los menores, aunque no descuidaba su educación. Teniendo 12 años, Simón intentó escaparse de casa, hecho que dejó entrever sus aires de rebeldía y libertad.

El niño Simón siguió los pasos que la tradición hacía esperar para un infante de la aristocracia venezolana. A los trece años y medio de edad inicia su formación militar, y el 14 de enero de 1797 es nombrado cadete en el Batallón de Voluntarios Blancos de los Valles de Aragua, que había comandado su padre. Bolívar es ascendido al grado de subteniente y, como tal, tiene derecho a lucir uniforme azul con leones y castillos, y con su espada. Este grado, obtenido el 26 de noviembre de 1798, llega con la plena adolescencia de sus quince años como un certificado de libertad.

Juventud

En 1799, Simón Bolívar, de 16 años de edad, viajó a España para completar su educación. Lo esperaba su tío materno Esteban Palacios, aristócrata venezolano en la corte del rey Carlos IV. Viviendo en Madrid asistió a la Academia de San Fernando. También acudía a la casa del sabio marqués Jerónimo Ustáriz y Tovar, gran representante de la ilustración española. Aquí el joven venezolano intercalaba los análisis de obras literarias con el estudio de tratados científicos.

Fue en casa del anciano Ustáriz donde Bolívar conoció a María Teresa del Toro, bella y culta venezolana que sedujo su corazón. El idilio fue intenso. Él tenía 19 años, ella 20.

El joven pidió su mano y se casaron en Madrid el 26 de mayo de 1802. Colmados de amor y pasión regresaron a Venezuela, pero una tragedia los aguardaba. La muchacha se contagió de fiebre amarilla y falleció sin cumplir 8 meses de casada. Agobiado por el dolor, Simón Bolívar regresó a Madrid, y pasó a París, donde trató de esquivar los recuerdos y el sufrimiento entregándose a las fiestas, juegos y amantes. Una vida frívola y sin horizontes parecía ser su destino. Hasta que en casa de su prima Fanny de Trobriand conoció al sabio alemán Alexander von Humboldt, recién llegado de su gran viaje por América. Sus diálogos con el autor de “Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente” le dieron a Bolívar un nuevo sentido a su existencia, un gran proyecto para su vida: la libertad del Nuevo Mundo.

Sus maestros y educación

La educación de Bolívar en esta primera etapa de su vida, estuvo a cargo de varios maestros: Fernando Vides, Carrasco, el Presbítero José Antonio Negrete, Guillermo Pelgrón (Lengua latina y Gramática), Simón Narciso Rodríguez (Maestro Principal de Primeras Letras de Caracas), Andrés Bello (Literatura y Geografía), Fray Francisco de Andújar (Matemáticas) y su pariente el Padre Sojo. Su madre no escatimó en gastos para darle a su hijo una buena educación. De todos los maestros citados, Simón Rodríguez, quien se ausentó del país a finales de 1797, fue el que más influyó en su formación, y así lo reconoció Bolívar en varias oportunidades.

Además de las enseñanzas recibidas en Caracas, Bolívar hizo unos cursos de matemáticas en la Academia de San Fernando en Madrid; también estudió por breve tiempo en la Ecole Royale Milítaire de Soreze, al sur de Francia, en 1802. En Madrid, en donde permaneció cerca de dos años (1799-1802), Bolívar cultivó definitivamente su talento y logró una educación sólida; estudió francés e inglés, bajo la inspección de su representante, el Marqués Jerónimo Ustáriz y Tovar, quien en Caracas, en su propia residencia, brindó a Bolívar el mejor ambiente para su formación intelectual.

Simón Rodríguez

Se distinguió como educador, escritor y filósofo. Nació en Caracas el 28 de octubre de 1771. De origen humilde, trabajó en diversos oficios para su subsistencia. Obtuvo el título de Maestro el 23 de mayo de 1791, y desde entonces dedicó toda su vida a la enseñanza. El Libertador llamó a Simón Rodríguez "El Sócrates de Caracas", por la profundidad de su pensamiento filosófico. Simón Rodríguez facilitó el estudio y aprendizaje a Simón Bolívar.

Fue en la casa de Simón Rodríguez donde el tío Carlos confió a su pupilo como pensionista cuando éste se fugó de su lado por segunda vez y buscó refugio ante el Obispo Viana. Las enseñanzas de Rodríguez se dirigían más a la formación del carácter y a la fortaleza del cuerpo en medio de la naturaleza, que a acumular conocimientos en el aula de clase. Pero es seguro que a través de su maestro favorito Bolívar se impregnó de ideas revolucionarias y reformadoras. También encontró en él a un amigo a quien confiarle su soledad y las dificultades de su vida familiar.

Andrés Bello

Nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781. Era nieto del pintor Juan Pedro López. Su padre fue músico y bachiller en leyes en 1780. Poeta, legislador, filósofo, educador, ha sido llamado Patriota de las Letras Americanas.

Andrés Bello fue un apasionado lector. A los 15 años, mientras cursaba sus estudios en la Universidad de Caracas, las más notables familias le llaman para que diera clase a sus hijos. A los 16 años enseñaba Geografía y Bellas Artes al joven Simón Bolívar.

Otros personajes que influyeron en su formación:

Fueron ejemplos de mucho peso que influyeron en una u otra forma, en la actuación de Bolívar en su edad adulta, o sea en la segunda etapa de su vida enmarcada dentro del período 1804-1827, el mismo maestro Don Simón Rodríguez, el siempre preferido y bien recordado por el alumno; el precursor Francisco de Miranda, el sabio Barón alemán Alejandro de Humboldt, el botánico francés Amadeo Bompland, Napoleón Bonaparte, Tomás Jefferson, (Presidente de los Estados Unidos, 1801-1809), el escritor francés Carlos de Secondat Montesquieu (1689-1755), el escritor de lengua francesa Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), Francisco María Arouet Voltaire (1694-1778), el filósofo Denis Diderot (1713-1784), el filósofo inglés John Locke (1632-1704), y el filósofo francés Etienne Bonnet de Condillac (1714-1780).

Bolívar no solo recibió lecciones teóricas, sino también lecciones prácticas como esgrima, equitación y baile.




sábado, 22 de octubre de 2022

Entre maestros: Remembranzas añejas de Simón José Antonio



Andrés Bello

(Guion de José Urbina Pimentel)

2022

 

     Guion con sentido histórico para teatro estudiantil, que describe entre recuerdos de Andrés Bello y Simón Rodríguez,  momentos de la vida y acción de Simón Bolívar a través de una hipotética y amena platica que se realiza entre ellos, en uno de los dos viajes a Chile efectuados por Rodríguez, que ciertamente se produjeron.

     Se recomienda simular la época con los actores ataviados de camisa y lazo, proponiendo uso de sombrero, bastón y libros de portadas oscuras.

     Para el escenario, se sugieren dos sillas y de igual manera, una mesa pequeña cubierta con un mantel y candelabro, sobre la cual se coloquen unas tazas que simulen estar, compartiéndose un café.

 

 

Entre maestros: Remembranzas añejas de Simón José Antonio


Narrador: Corre el año de 1837. Hace casi una década desde que el insigne poeta venezolano Andrés Bello se radicó en Santiago de Chile, cuando concretamente en 1829 llegó al puerto de Valparaíso procedente de Inglaterra, para dirigirse a Santiago, donde sus contactos con chilenos en Europa, le aseguraban una carrera para su oficio como educador.  Había salido de Caracas hacia Londres en 1810, a cumplir compromisos de la causa independentista, en una misión encargada de buscar recursos y apoyo económico y militar para la inminente guerra que estaba por estallar. En este viaje, del que nunca regresó a Venezuela, iba acompañado por Simón Bolívar.

Allí, en la capital inglesa vivió casi veinte años, donde desarrolló una prolífica y amplia actividad intelectual, la cual continuó en Chile, país en el cual era  ya un respetado e importante ciudadano por sus innegables aportes a la sociedad; siendo Rector del Colegio de Santiago, dirigiendo periódicos y desempeñándose como jurista; por supuesto años tarde, haría sus principales contribuciones al ser el fundador y primer Rector de la emérita Universidad de Chile, y por otro lado, redacta el Código Civil chileno, gracias sus grandes conocimientos de la jurisprudencia, a pesar de no haber culminado sus estudios de Derecho en la Pontificia Universidad de Caracas, al igual que los de la carrera de Medicina, que de manera paralela cursaba.

 Una tarde cualquiera del frio otoño de las regiones australes, recibe la inesperada visita de Rodríguez, en su casa de residencia. Ya anteriormente tres años atrás, también en una oportunidad en la cual se instala en la provincia chilena ejercer la dirección de un colegio, se reúne con Bello. En esta oportunidad, llega a Chile por fines editoriales de sus libros. Llega entonces, sin avisar el viejo maestro, próximo a cumplir 70 años de edad, pero cansado de un largo andareguear por el mundo, por Europa y Sudamérica, casi en una actividad vital trashumante, errabunda, desde los años n que tomó el seudónimo de Samuel Robinson, como símbolo de rebeldía libertaria. Por su parte, Andrés, es ms joven apenas supera los cincuenta años.

Ambos tenían en común el haber sido preceptores de Bolívar, sus maestros particulares, cuando este último era un infante, influyendo determinantemente los dos en las inquietudes intelectuales del mismo, y generando una relación filial que duraría por años.

          Luego de un fraterno abrazo, sentados, uno al lado del otro, en el corredor de la añeja casona colonial, dialogan sobre si mismos, para poco a poco, rememorar el pasado, evocando a Simón, el Libertador de Venezuela y otras naciones latinoamericanas, muerto en Colombia siete años antes.

 

Andrés: Como pasa el tiempo. Ya tres años desde que viniste de Concepción, donde eras director de un Colegio.

 

Simón: Si, bonita experiencia, pero no continúe, y regresé mis pasos a compartirlos entre Quito y Lima. Me enteré que tu si continuas en tu Colegio.

 

Andrés: Bueno, sigo siendo el  Rector, aunque pronto lo dejaré para laborar como Oficial en el Ministerio de Relaciones Exteriores, tomando en cuenta que ya dieron la nacionalidad chilena.

 

Simón: Eres muy formal, institucional. Decirlo yo, que tal vez siempre he sido muy “universal”, de un lado para otro, sin mucho techo fijo, en una búsqueda constante por conocer.

 

Andrés: Bueno, claro ese espíritu andariego e inquieto aforaba en aquellos años de Caracas, cuando coincidíamos en la solariega casa de los Palacio, para tutoriar a Simón.

 

Simón: Días placidos, sin lugar a dudas, pero que exigían nuevos tiempos para el territorio.

 

Andrés: Ellos eran gente importante, y mucho de la gran fama que con el tiempo tomó Simón.

 

Simón: Simón, Simón. Recuerdo lo inquieto que era. En sus ratos libres, siempre corriendo de allá para acá, y más allá. No se quedaba tranquilo un momento. Pobre familia, preocupada a cada rato por que no hiciera de las suyas.

 

Andrés: Claro, aunque con el paso de los años, fue asentándose; tal vez por lo riguroso que fue la vida con él y los suyos. Yo no lo conocí tan niño, más bien, saliendo a la adolescencia. Decían que a veces se perdía por horas y lo encontraban en el campo, sentado bajo un árbol o en el rio, pensativo.

 

Simón: Fuerte. Ante esas cosas, llego un momento en que a su madre no le quedó otra opción que dárselo al tío para que lo criara. Para colmo, ella estaba enferma.

 

Andrés: Fue así que su tío decidió que siguiera los pasos del papá y se convirtiera en militar. Por eso lo interno en La Victoria, en el Batallón de Milicias de Blancos, y se graduó de Teniente apenas siendo un adolescente.

 

Simón: Era paradójico verlo caminando por las calles de Caracas, vestido de Oficial con solo dieciséis años.

 

Andrés: Él se sentía orgulloso del prestigio adicional que le anexaba a su apellido. Así viajó a Madrid. Consideremos la vida que por lógica se dio, en la efusividad de la edad juvenil, adinerado, con su abolengo familiar y por si fuera poco, oficial del ejército. Días de veladas entre fiestas y reuniones con la sociedad cortesana madrileña.

 

Simón: Fue la época en que conoció a María Teresa.

 

Andrés: Un amor rápido, pero fugaz.

 

Simón: El matrimonio de inmediato, y viudo al poco tiempo, lo que lo volvió melancólico.

 

Andrés: Un vacío emocional que lo marcó para siempre. Nunca fue el mismo, y aunque luego tuvo demasiados amoríos, no lo superó como para rehacer su vida. Dejó atrás las fiestas, mostrándose más reflexivo.

 

Simón: Claro, comenzó a pensar en cuestiones políticas. De nuevo viajo a Europa. Fue de esta manera que en 1804 y 1805 nos reencontramos en el viejo continente y recorrimos juntos Francia e Italia, viendo los cambios abruptos que se daban para el momento, y que serían determinantes para el futuro.

 

Andrés: Muchas experiencias compartidas en Europa, contigo como guía, y por eso, al regresar a Venezuela, decididamente se incorporó a los grupos caraqueños que estaban descontentos con la condición colonial.

 

Simón: La llamada Conspiración de los Mantuanos.

 

Andrés: Tu tocayo Simón paso por tantas cosas que lo hicieron madurar muy joven.

 

Simón: Tú estabas en Caracas en ese tiempo, y formaste parte del movimiento que se formaba.

 

Andrés: Si, estalló la insurrección.  Viajamos en 1810 juntos a Londres a gestionar apoyo para nuestra causa. Él regresó pronto, y ese fue precisamente el último año en que lo vi. Y comenzó la guerra, para en poco tiempo, en la ausencia de Miranda, sin haber cumplido los treinta años, ser el Jefe de los Ejércitos Patriotas que luchaban por la libertad de Venezuela.

 

Simón: Una guerra larga, y luego de liberar a Venezuela, se fue al Sur a concluir la liberación de Quito, Perú y el Alto Perú. Y al lograr ese objetivo, y constituir las nuevas republicas, me llamó a incorporarme de los futuros ministerios de enseñanza y minas de Perú y Bolivia. Compartimos por esos años d nuevo nuestros sueños.

 

Andrés: El Alto Perú, ahora Bolivia, la nueva nación.

 

Simón: Él era Presidente, y no me negué.

 

Andrés: Pensar que ese joven que enseñábamos, seria decisivo en la construcción republicana de América del Sur.

 

Simón: Su gran sueño fue la Gran Colombia, su sueño. Pero como sueño al fin, efímero, muy corto.

 

Andrés: Golpe duro.

 

Simón: Doloroso. Una causa que aceleró su muerte; el sentirse incomprendido. Estaba enfermo de su tuberculosis, que devino de tantos fríos parameros afectando gravemente su estado de salud, pero asumir el fracaso de ver morir su sueño grancolombiano, le aceleró su deterioro.

 

Andrés: Irónico que él y la Gran Colombia  fenecieran el mismo año de 1830.

 

Simón: Si, y lo enterraron del todo allá en Venezuela. Fue execrada su imagen y sus ideas de todo. Pero estoy seguro que algún día, nuevamente será reconocido y recordado como lo que fue, El Libertador de Venezuela.

 

Andrés: Mira buen paisano, sintámonos orgullosos de que Simón Bolívar, fue nuestro amigo, y que de una u otra manera, fuimos parte fundamental de ese pensamiento libertario, al conducirlo por la senda de la lectura, la curiosidad y el conocimiento.

 

Simón: Tienes razón, eso no lo podemos olvidar jamás, y es una marca de vida que siempre estará con nosotros. Pero me tengo que ir. Ya va a oscurecer, y estoy a varias cuadras del Hostal donde me estoy quedando desde que llegué ayer, y mañana debo levantarme temprano a realizar diligencias para viajar a Valparaiso, a recoger en una imprenta, algunos libros que encargue me editaran. Otro día, de regreso vengo con más calma y seguimos recordando viejos tiempos. Hasta luego don Andrés.

 

Andrés: Hasta pronto Samuel Robinson, regresa pronto, que las puertas de esta vieja casa siempre las conseguirás abierta. Que te vaya bien.

 

Narrador: Se despidieron sonrientes, con un fraternal abrazo, entre la nostalgia fraterna y los recuerdos del pasado. Y esa fue la última vez, que los dos viejos maestros se vieron. Simón Rodríguez regresó directamente desde Valparaiso a Lima, pero jamás regreso a Chile.

Movimientos prelibertarios en Venezuela


 El concepto de la Independencia en nuestro país, se corresponde con un proceso que llevó muchos años, rodeado de aciertos e infortunios. Es por eso que para su mejor comprensión, se deben sus antecedentes, y como Simón Bolívar nace en un momento donde las desigualdades sociales llevan a los venezolanos a iniciar este proceso independentista. 




 Movimientos precursores de la Independencia

El proceso de la emancipación hispanoamericana y en particular de Venezuela se incuba y desarrolla a todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas, rebeldías, insurrecciones de carácter individual o colectivo se suceden en ese período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de los indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas; eran casi todas una repetida protesta contra las contribuciones, impuestos, gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a que eran sometidos por las autoridades españolas. En cuanto a los esclavos, manifestaban su anhelo común de conseguir la libertad. Todos esos movimientos en Venezuela no pueden ser considerados como precursores de la independencia nacional; pero sí contribuyeron a unificar y fortificar el sentimiento nacional de una población que ya manifestaba de un modo u otro, aún sin ideal definido, su repudio al sistema imperante; son eslabones de una larga cadena de reivindicaciones y protestas. He aquí los principales: a) La rebelión de Andresote en el valle del Yaracuy (1730-1733); b) el motín de San Felipe el Fuerte (1741); c) la rebelión de El Tocuyo (1744); d) la insurrección de Juan Francisco de León (1749-1751), y e) el movimiento de los Comuneros de los Andes (1781). A ellos habría que agregar otros que además de las motivaciones económicas y sociales que los originaron, también se proponían cambios políticos, que fueron los siguientes: a) movimiento de José Leonardo Chirino y José Caridad González (1795); b) conspiración de Manuel Gual y José María España (1797); c) tentativa de Francisco Javier Pirela (1799), y d) invasiones de Francisco de Miranda (1806). Veamos brevemente cada una de esas acciones:

Rebelión de Andresote: Andresote, apodo del zambo Andrés López del Rosario, se alzó en armas, entre 1730 y 1733, contra las autoridades españolas, a pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a abandonar la lucha; con algunos seguidores, se embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.

Rebelión de San Felipe: Movimiento organizado por la población sanfelipeña, liderada por los notables de la ciudad, en contra de la designación de Ignacio de Basazábal como teniente y justicia mayor de San Felipe, funcionario enviado por el gobernador Gabriel de Zuloaga con el fin de erradicar el contrabatido realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los valles del Yaracuy. Basazábal debía proceder de común acuerdo con el gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de 1741 fue destituido de su cargo Basazábal y tomaron el control de la ciudad los capitulares, encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a combatir cualquier intento de pacificación violenta. Analizada la situación de la provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el movimiento por medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.

Rebelión de El Tocuyo: Movimiento en el que participó un heterogéneo grupo de habitantes de la ciudad de El Tocuyo, integrado tanto por gente del común como por influyentes vecinos, algunos de ellos miembros del cabildo local. Estalló el n de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios flecheros con destino a la defensa de Puerto Cabello. Los amotinados alegaban que no marcharían a dicho puerto por las condiciones de insalubridad allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la Compañía Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los rebeldes durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga informaba al Rey la situación, indicándole que no había hecho nada al respecto temiendo el maltrato de cualquier comisionado que enviara, y porque la situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar tropas hacia El Tocuyo.

Insurrección de Juan Francisco de León: «teniente cabo de guerra y juez de comisos» en Panaquire, Juan Francisco de León, en abril de 1749, se puso a la cabeza de unos 800 amotinados, descontentos contra los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió meses más tarde a la cabeza de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una tercera manifestación armada. El y su hijo Nicolás fueron derrotados; se entregaron después de haber huido; llevados a España, León murió allí y más tarde su hijo regresó a Venezuela. El movimiento reflejaba el descontento de los colonos y aunque su propósito no era romper con España, representó el primer eslabón del proceso integrador de la nacionalidad venezolana. Algunos historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el proceso de emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como el iniciador de dicho proceso. «...La plaza de la Candelaria [escribe Lecuna] es el Monte Sacro de Venezuela. En ella se inició la lucha por la libertad individual, cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII, levantó el estandarte contra la tiranía de la Compañía Guipuzcoana...». Los primeros movimientos insurreccionales, no tenían un ideal definido. Es sólo en la 5 últimas décadas del siglo XVIII, cuando verdaderamente se inicia el período de la emancipación que en Hispanoamérica arranca de las rebeliones de Túpac Amaru en el Alto Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781.

Rebelión de los Comuneros de los Andes: Movimiento de protesta que estalló en la región andina venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del Gobierno español que desde Caracas era ejecutada por el intendente José de Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos, los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros lugares, pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como Juan José García de Hevia, confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas reales y desconocieron y apresaron a las autoridades. Fuerzas militares enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de octubre de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en agosto de 1783 el rey Carlos III les concedió un indulto total.

Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González: Tuvo todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter social clasista y aun político. Los historiadores están de acuerdo en reconocer su importancia; José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación; Eloy G. González lo califica como uno de los antecedentes de la Independencia; Pedro Manuel Arcaya destaca su importancia en el proceso emancipador y Federico Brito Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera revolución social. José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados entre negros, zambos e indios, marchó sobre Coro, pasó por las armas a varios blancos pudientes y quemó haciendas. Reclamaban la supresión de los impuestos, el establecimiento de la ley de los franceses, es decir la República, la igualdad de todos los ciudadanos, la abolición de los privilegios y la libertad de los esclavos y la entrega del gobierno a un cacique indígena. Derrotados por las autoridades, fueron severamente castigados: Chirino, juzgado por la Real Audiencia, fue condenado el 10 de diciembre de 1796 a ser descuartizado; su compañero José de la Caridad González fue asesinado en las calles de Coro. Esta rebelión de corte haitiano va a dejar muchas secuelas en todas las agrupaciones de esclavos y va a mantener un estado de agitación en localidades como Cumaná, Carúpano, Cariaco, Río Caribe y Maracaibo.

Conspiración de Manuel Gual y José María España: La más importante y la primera tentativa de separación de España para establecer una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María España, justicia mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan Xavier Arrambide. Un grupo de mulatos de La Guaira también estaba comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago de tributos indígenas, la repartición de tierras entre estos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre. Las «proclamas» eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los Derechos del hombre y del ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La canción americana y La carmañola americana. El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800.

Tentativa de Francisco Javier Pirela: La conspiración de Gual y España había encendido los ánimos y creado un ambiente propicio al desarrollo de las ideas «subversivas» en Venezuela y el área del Caribe; revolucionarios sinceros, aventureros y aun piratas veían con agrado el progreso de las ideas de libertad e igualdad y trataron de aprovecharlo, cada uno a su manera. El mulato Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo. Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las tripulaciones de los corsarios, debían «...embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la República...», según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey. La conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo. El santo y seña era la palabra «Antillen»; en la mañana del mismo día, la conspiración fue denunciada al gobernador Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4 horas antes de estallar la conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El Morro de La Habana por el crimen de «rebelión y lesa majestad».

Invasiones de Francisco de Miranda: Los primeros movimientos o insurrecciones, y en particular la conspiración de Gual y España, tuvieron repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de América Latina y el Caribe, sino también en los medios de los exiliados hispanoamericanos establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos escapados de las cárceles de España o de América, criollos liberales y sus representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que preparan la emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de Francisco de Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. Londres, desde 1784, se convirtió en el centro de sus primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda necesarias para liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa buscando el respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución Francesa persiguiendo el mismo fin, pero no es sino en 1805 cuando podrá ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde organiza, con la ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela. Está en Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en Jacmel, la primera bandera de Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba preparado ya para apoyarlo. Había sido el más grande proselitista de la revolución. Ya circulaba, mandada a traducir por él, la famosa Carta a los españoles americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: «...la primera proclama de la revolución americana...», en palabras de Mariano Picón Salas. El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa con sus 3 goletas Leander, Bee y Bacchus. La expedición traía 200 hombres entre norteamericanos, ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró a Barbados y Trinidad. Pero vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de 400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su bandera en tierra venezolana, en lo que él llamaba el continente colombiano. Aunque la población de Coro no lo apoya, Miranda aprovecha su estancia para hacer circular una proclama de liberación así como otros documentos patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar Coro pocos días después. No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas, mantuanos y vecinos notables demuestran su más completa lealtad a la Corona; el Cabildo de esa ciudad pone precio a su cabeza, quema su efigie y lo califica de «monstruo abominable» y de «traidor». De regreso a Londres, sigue su infatigable obra propagandística a favor de la independencia hasta su vuelta a Venezuela en 1808. Había dedicado más de 40 años de su vida a luchar por la independencia de Hispanoamérica. Los movimientos aislados o colectivos que tuvieron lugar más tarde en Venezuela, como es el caso de la conspiración de los mantuanos de 1808, más bien pueden ser considerados como los prolegómenos de la independencia.

Temas relacionados: Conspiración de Gual y España; Conspiración de los Mantuanos; Expedición de Francisco de Miranda; Insurrección de los Negros de Coro; Movimiento contra la Compañía Guipuzcoana; Rebelión de Andresote; Rebelión de El Tocuyo; Rebelión de los Comuneros; Rebelión de San Felipe; Revuelta de La Grita.

Autor: Paul Verna
Bibliografía directa: Academia Nacional de la Historia, ed. El movimiento emancipador de Hispanoamérica: actas y ponencias. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1961. 4 vols.; Arcaya, Pedro Manuel. Insurrección de los negros de la serranía de Coro en 1795. Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1949; Brice, Ángel Francisco. La sublevación de Maracaibo en 1799: manifestación de su lucha por la independencia. Caracas: Italgráfica, 1960;--, comp. Conjuración de 1808 en Caracas para formar una Junta Suprema Gubernativa: documentos completos. Caracas: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1969. 2 vols.; Brito Figueroa, Federico. Las insurrecciones de los esclavos negros en la sociedad colonial venezolana. Caracas: Editorial Cantaclaro, 1961; Callahan, William J. La propaganda, la sedición y la Revolución Francesa en la capitanía general de Venezuela, 1789-1796. Caracas: Italgráfica, 1967; Castillo Lara, Lucas Guillermo. La aventura fundacional de los isleños: Panaquire y Juan Francisco de León. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983;  Los Comuneros de Mérida: estudios. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1981. 2 vols.; Documentos de la insurrección de José Leonardo Chirino. Caracas: Fundación Historia y Comunicación, 1994; Felice Cardot, Carlos. La rebelión de Andresote: valles de Yaracuy, 1730-1733. 2a ed. Bogotá: Editorial ABC, 1957;--. Rebeliones, motines y movimientos de masas en el siglo XVIII venezolano (1730-1781). 3a ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1977; Grases, Pedro. La conspiración de Gual y España y el ideario de la independencia. 2a ed. Caracas: Ministerio de Educación, 1978; López, Casto Fulgencio. Juan Bautista Picornell y la conspiración de Gual y España. Caracas: Ediciones Nueva Cádiz, 1955; Magallanes, Manuel Vicente. Luchas e insurrecciones en la Venezuela Colonial. 2a ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983; Pérez, Joseph. Los movimientos precursores de la emancipación en Hispanoamérica. Madrid: Editorial Alhambra, 1977; Tisnes Jiménez, Roberto María. Movimientos pre-independentistas grancolombianos. Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1962; Trujillo, León. Motín y sublevación de San Felipe. Caracas: Jaime Villegas Editor, 1955; Varsa Ugarte, Rubén. La carta a los españoles americanos de don Juan Pablo Vizcardo y Guzmán. 3a ed. Lima: [Ediciones CMB], 1971.
Hemerografía: Aizpurua, Ramón. «La insurrección de los negros de la serranía de Coro de 1795: una revisión necesaria». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 283, julio-septiembre, 1988; Borges, Analola. «Los canarios en las revueltas venezolanas del siglo XVIII, 1700-1752». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 181, enero-marzo, 1963; «El complot de Maracaibo». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 264, octubre-diciembre, 1983; «Conjuración de 1808». En: Boletín del Archivo General de la Nación. Caracas, núm. 211, julio-diciembre, 1966; Díaz Ungría, Jesús. «El zambo precursor: perfil humano de José Leonardo Chirino». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 170, abril-junio, 1970; Domínguez, Luis Arturo. «Sublevación de negros y zambos en la Sierra de Coro en 1795». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 162, abril-junio, 1958; Leal, Ildefonso. «Francisco Javier Pirela y su intento de sublevar a Maracaibo en 1799». En: Revista de Historia. Caracas, núm. 2, noviembre, 1964; Muñoz Oráa, Carlos Emilio. «Prolegómenos de la rebelión de los comuneros en Venezuela». En: Revista de Historia. Caracas, núm. 29-30, abril, 1971; Nucete Sardi, José. «Conjuración de Caracas en 1808». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 207, 1969; «Propaganda revolucionaria en los últimos años de la Colonia: correspondencia del capitán general». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 172, octubre-diciembre, 1960; Warren, Harris Gaylor. «La vida revolucionaria de Juan Bautista Picornel». En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, núm. 124, octubre-diciembre, 1948.

sábado, 8 de octubre de 2022

La cultura durante la época colonial en Venezuela

Existieron en la Venezuela Colonial muy variadas manifestaciones culturales que variaban de región a región. Cada manifestación cultural, bien se refiera a Danza, Música, Artes plásticas, Literatura, Arquitectura, etc, tenía características regionales propias que la hacían única y muy particular. El conjunto de estas manifestaciones culturales en general es conocido en la actualidad como Folklore, aunque este es un término bastante recienteEs un medio de expresarse de una región determinada, puede ser por medio de danzas, canciones, música, artes, etc. Cada comunidad o pueblo tiene su propia manifestación folclórica. Esa síntesis o mestizaje cultural está presente en todas las manifestaciones de nuestra cultura


Los aportes de cada uno de los grupos étnicos que integran nuestro gentilicio son innumerables, en conjunto constituyen las raíces que dieron origen a nuestra cultura y contribuyeron a formar nuestra identidad en la actualidad. Los diferentes grupos étnicos dieron su aporte a la Cultura Colonial Venezolana, 

Manifestaciones culturales indígenas
Algunos de los principales aportes indígenas a nuestra cultura han sido:

Agricultura: conuco, sistema de siembra basado en talar y quemar para limpiar el terreno


Vivienda: los indígenas construían sus viviendas con paredes de barro y techos de palma, técnica adoptada rápidamente por los españoles en la construcción de sus poblados. Lospalafitos.

Alimentación: maíz, yuca, papa y otros productos americanos

Métodos curativos: elaboración de medicinas en base a plantas y animales

Danza: danzas aborígenes como Las turas,El maremare y El sebucán.

Artes plásticas:cerámica, cestería, tallas en piedra y madera, los ídolos, etc.
Manifestaciones culturales españolas 

El idioma: en Venezuela hablamos español o castellano enriquecido con palabras indígenas(arepa)y africanas(cambur)

Cria de animales: la cria de ganado y el uso de caballos como transportes

Mitos: los españoles trajeron a america concepciones miticas acerca del mundo, que mezcladas con creencias indígenas dieron origen a nuestras actuales leyendas.

Religión: la religión católica fue traída porlos españoles, quienes tenían como meta propagar la fe cristiana

Alimentación: introducción de productos animales y vegetales nuevos que mezclados con los autóctonos dieron origen a combinaciones de comidas como la hayaca. 

Pintura:las primeras pinturas traídas por los españoles llegaron a Cubagua .

Educación: a principios dela colonia no se establecieroninstituciones educativas, no era laprioridad se fundo la 1era en 1534 y a 1era oficial en 1591 

Instituciones: civiles y sociales de la metroploli traídas por los españoles.

Manifestaciones culturales africanas
Festividades: elementos religiosos presentes en la actualidad, como san Benito y san pedro. 
 



MÚSICAcon la fundación de algunas escuelas fundamentales se inicio la enseñanza del canto llano, que más tarde paso a ser materia de estudio en la Universidad de Caracas. El propósito de la instrucción musical que se impartía era principalmente religioso a objeto que los estudiantes aprendieran e interpretaran en la Iglesia los cantos de la liturgia católica.

Durante muchos años la música colonial se redujo al canto en los coros de las iglesias por la falta de instrumentos.
 
Finalmente, el Padre Pedro Palacios y Sojo, fundó la Escuela de Música de Chacao, en 1.770; de donde salieron notables músicos como José Ángel Lamas, Cayetano Carreño y Juan José Landaeta. Durante ésta época llegaron los primeros instrumentos de viento y libros de música.
 


PINTURA: no hubo escuelas ni academias de pintura durante la colonia. La practica de este arte respondía a las necesidades de la Iglesia y comenzó con la ejecución de copias e imitaciones de pinturas originales traídas de España o de las colonias de mayor desarrollo como México y Santa Fe de Bogota. El oficio de pintar estuvo generalmente en manos de mestizos y pardos, bajo la dirección de misioneros y frailes, y consistió en la pintura de imágenes de santos, episodios bíblicos y retratos de personalidades de la Iglesia. La poca calidad de los modelos, el origen social de los artesanos encargados de su ejecución y la imposibilidad de éstos de conocer directamente obras y maestros extranjeros, determino que la pintura colonial en Venezuela fuera anónima, escasa y de poca calidad artística. 

El oficio de pintar estuvo a cargo de gente del pueblo bajo la dirección de los Sacerdotes de la época. Son pinturas de origen religioso. Entre los artistas que se destacaron están: Juan Pedro López,  Juan Lovera

ESCULTURA: Al igual que la pintura, la escultura tuvo caracter religioso y se elaboraban con técnicas europeas.



ARQUITECTURA: el estudio de la arquitectura como expresión cultural de la colonia es importante por la estrecha relación que tuvo con la fundación y crecimiento de las ciudades, las necesidades de la Iglesia Católica y la defensa del territorio de los ataques de piratas, corsarios y contrabandistas. Se le puede considerar, pues, en sus tres aspecto de arquitectura, civil, religiosa y militar.

Se destacan las edificaciones religiosas, militares y civiles. El diseño de las plazas, calles y viviendas coloniales venezolanas fue muy parecido al de las ciudades españoles.
 
LA EDUCACIÓN: las características anotadas de la cultura colonial se ponen en manifiesto, al estudiar el sistema de educación vigente durante el periodo. En primer termino, la iglesia católica tuvo en sus manos la orientación espiritual de la vida social e impuso su sello exclusivo a la enseñanza. En las escuelas, seminarios y universidades, el pensum de los estudios se reducía a materias religiosas y solo se podrían inscribirse en los planteles los hijos de familias blancas.


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